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A cinco meses de su trasplante: Gabriel Ilabel quiere cambiar la historia

Tras años de espera el joven que recibió su hígado hoy busca crear conciencia sobre la donación.

Por Lorena Olivares, periodista Chicureo Hoy. 

Ya han pasado cinco meses desde que Gabriel Ilabel (26) fue trasplantado del hígado que estuvo esperando los dos últimos años. El 21 de noviembre de 2015 y luego de 13 horas de operación, Gabriel cerraba uno de los capítulos más difícil para él y su familia.

Todo empezó hace nueve años cuando Gabriel tenía 17  y los primeros síntomas empezaron a aparecer. Luego de una serie de exámenes arrojaron distintos diagnóstico pero no fue hasta tres años después,  producto a de una peritonitis bacterial espontánea, Gabriel fue operado y finalmente el nombre “hepatits autoinmune” (enfermedad que produce la destrucción de los tejidos sanos del cuerpo) aparecía en el diagnóstico de manera oficial y que la única solución para ésta era un trasplante de hígado.

A pesar de las distintas veces que Gabriel fue hospitalizado de urgencia durante los últimos años, no fue hasta el 22 de agosto del año pasado en que su estado empeoró drásticamente. Para entonces su atención médica era en el Hospital Dipreca, tanto él como su familia manifiestan que el paso por dicha institución fue una pesadilla producto de diversas negligencias médicas. El 29 de agosto Gabriel cayó en coma profundo, fueron días complejos para la familia, e incluso les dijeron que debían despedirse porque ya no había vuelta. Su madre, Mireya Chandía recuerda ese momento: “El 19 de septiembre había que desconectarlo, me dijeron que había partido hace rato y que solo su cuerpo era el que seguía aquí. Pero nosotros la peleamos y logramos que Gabriel fuera trasladado a la Clínica Las Condes”. Una vez en la clínica el panorama fue distinto, inmediatamente descartaron que el joven había perdido la batalla y que aún había tiempo.

Para su madre uno de los momentos más difíciles emocionalmente fue cuando le dijeron que su hijo era prioridad nacional, “en ese momento sabes que no hay nadie más mal que él y que las posibilidades de sobrevivir no son muchas cuando haces historia de otros casos”. Si bien dice que nunca perdió su fe, sí hubo momentos en los que no fue capaz de entrar a la habitación.

El 19 de noviembre Gabriel fue dado de alta, aún sin haber recibido un hígado pero no alcanzó a estar mucho tiempo hasta que un llamado al padre, Miguel, alertaba de la llegada de un posible donante. “Los doctores le dijeron que no debía decirme nada, porque no era algo seguro, pero él no hizo caso y apenas cortó el teléfono salió contando y escuché. Mi adrenalina fue tal que llamé a toda mi familia y amigos para avisarles de la noticia. Esa noche tuvimos una oración antes de irme, para dar gracias a Dios. Nos fuimos a la clínica, me sentía mejor que nunca pero tampoco sabíamos todavía si ese donante y si ese hígado era compatible. Una vez en la pieza, tuve mi despedida de mi familia, de mis amigos, de mi hija quien me acompañó hasta  las últimas”, recuerda Gabriel y comenta entre risas, que antes de entrar a pabellón le pidió al doctor que pusiera una canción de Chico Trujillo para amenizar el ambiente.

En total fueron 13 horas de cirugía, la familia recuerda que en esos momentos veían pasar médicos corriendo a la sala de operaciones sin que nadie dijera mucho. Luego vendrían las 72 horas más complejas que darían señales si Gabriel recibía o rechazaba el órgano.

Por ley, quien recibe el órgano trasplantado nunca se entera de quien es su donante, sin embargo Gabriel pidió saber quién había sido y así también saber de la familia de quien había decidido que una vez fallecido, dar vida  a otro. “Cuando me desperté lo hice con el gesto de estar pescando, eso me cuenta mi hermana, y por lo que supe quien fue mi donante era un hombre a quien le gustaba ir a pescar. Él es mi ángel”, relata Gabriel y agrega, “tengo contacto con su familia, no los conozco personalmente. Es la parte triste de esto, saber que alguien tiene que partir”.

Gabriel junto a su familia. Izquierda a derecha: Mireya Chandía, Miguel Ilabel, Yesley Ilabel (falta hermana menor, Pía Ilabel).

Gabriel junto a su familia. Izquierda a derecha: Mireya Chandía, Miguel Ilabel, Yesley Ilabel (falta hermana menor, Pía Ilabel).

Aún no ha sido dado de alta, por lo menos será un año de controles médicos constantes, mientras que deberá tomar remedios de por vida y aunque pueda hacer una vida normal sabe que su cuerpo ya no resiste lo mismo que antes, “incluso al principio creía que si me movía muy rápido mi hígado se podía desconectar o algo por el estilo”, confiesa entre risas.

Hoy Gabriel mira la vida de otra manera, dice ser un agradecido de ella y también de Dios, por eso además de retomar su ritmo de antes decidió canalizar su energía en una causa, “yo no me puedo quedar así, hubo gente que me apoyó y no puedo olvidarme de esto”. Es por eso que junto a los suyos, decidieron formar parte de la agrupación “Cambiemos la Historia”, la que está compuesta por distintas familias que han pasado por esta experiencia desde distintas veredas, entre ellas los padres de Monserrat Sarmiento, Cristóbal Ferrada y  de Cristóbal Gelfenstein. Con esto, buscan generar conciencia sobre la donación de órganos y también poder cambiar la legislación, es por eso que dice que están prontos a ser fundación siendo la primera en el país en la materia. CH H