El pasado jueves 8 de agosto, Japón experimentó un terremoto de magnitud 7,1, generando preocupación entre la población por la posibilidad de que ocurra un megaterremoto de magnitud superior a 9° en el país.
Aunque es extremadamente difícil predecir terremotos, Japón ha emitido una alerta utilizando un nuevo sistema de alertas basado en sensores submarinos, implementado tras el devastador terremoto de 2011.
En caso de que ocurra un megaterremoto, podría generarse un tsunami devastador en las costas japonesas, cuyas olas podrían alcanzar nuestro país. Rapa Nui sería el primer lugar en recibir estas olas, que irían perdiendo energía, altura y velocidad a medida que se alejan del epicentro.
Hace unos días, el subsecretario del Interior Manuel Monsalve llamó a la calma, explicando que, si se produjera un megaterremoto y un tsunami, las olas tardarían más de 20 horas en llegar a Chile.
«Tanto Senapred como el Centro Sismológico van a mantener un monitoreo de la situación, pero el mayor riesgo que pudiera producirse es un efecto tsunami que normalmente demora más de 20 horas en llegar a la costa chilena», indicó el subsecretario. CHH
