En China se lleva a cabo un ambicioso proyecto para llevar agua desde el Tíbet hasta el desierto de Taklimakán, en la norteña localidad de Xinjiang, a través de un túnel que pasará a ser el más largo del mundo.
La obra, que descenderá desde la meseta más alta del mundo en múltiples secciones conectadas por cascadas, «podría convertir a Xinjiang en California», dijo un ingeniero geotécnico involucrado en la construcción del túnel, según consigna el diario ‘South China Morning Post’.
La meseta del Tíbet impide que la lluvia causada por los monzones desde el océano índico llegue a Xinjiang, que se encuentra aislada al norte por el desierto de Gobi y al sur por el de Taklimakán, lo que hace que el 90 por ciento de la región no sea apta para la vida.
La primera vez que se contempló la posibilidad de llevar agua desde el Tíbet hasta Xinjiang fue durante la dinastía Qing, en el siglo XIX. En las últimas décadas algunas ramas del Gobierno chino, entre ellas el Ministerio de Recursos Hídricos, elaboraron proyectos de ingeniería que incluyen enormes presas, bombas y túneles, sin embargo no hubo grandes avances.
El enorme gasto, el gran reto de ingeniería que representa, el posible impacto ambiental y la probabilidad de protestas de los países vecinos han hecho que el proyecto no se haya concretado. No obstante, Zhang Chuanqing, investigador del Instituto de Mecánica de Roca y Suelo de la Academia China de Ciencias en Wuhan, provincia de Hubei, sostiene que ahora China adopta un enfoque silencioso para concretar la obra paso a paso.
Los investigadores estiman que el túnel podría transportar cada año entre 10.000 y 15.000 millones de toneladas de agua desde el río Yarlung Tsangpo hasta el desierto de Taklimakán.