En diciembre de 2020 se registró un brote de Covid-19 en la Base O’Higgins, estación de investigación científica operada por el Ejército en la Antártica, donde se confirmó que habían 36 personas contagiadas: 26 militares y 10 civiles.
En el lugar se encontraba Gonzalo Barriga, académico del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, quien tuvo que interrumpir el trabajo de campo de una investigación para analizar la propagación de distintos virus entre Sudamérica y la Antártica a través de las aves migratorias.
Junto a su equipo, lograron extraer 100 muestras de nidos en Punta Armonía en Isla Nelson, donde se detectó por primera vez la presencia de coronavirus aviar en la Antártica.
El investigador reveló a Emol que, si bien no se ha comprobado que las aves u otras especies de la zona puedan infectarse con el virus, realizarán una campaña para determinar la posibilidad de que el virus esté presente en animales donde ocurrió el brote, aseguando que «no puede descartarse que el patógeno haya llegado al entorno y hubiese algún mamífero marino o pájaro que haya desarrollado suero positivo con anticuerpos contra el virus”.
Asimismo, agregó que los animales “no necesariamente tienen que haberse enfermado y desarrollar síntomas, también pueden ser portadores. El virus se puede haber replicado y dividido en ellos, el cuerpo del ave puede haber reconocido esto como algo ajeno, lo que produciría anticuerpos que podremos reconocer en el laboratorio”. Esto mismo ocurre con la influenza en las aves, “que actúan como reservorios, pero muchas veces no tienen ningún síntoma”.
La investigación de Barriga tiene como objetivo buscar virus en animales exóticos con potencial para pasar a humanos y otros animales. “A través de ensayos de diagnóstico molecular y serológicos, determinaremos la presencia de estos virus y su potencial zoonótico. En paralelo, realizaremos una evaluación del bienestar de cada individuo”, explicó. CHH