La aplicación de impuestos a alimentos con alto contenido en carbono, como la carne y los lácteos, podrían ayudar a disminuir un tercio de las emisiones residuales de gases de efecto invernadero (GEI) necesarias para alcanzar los compromisos de emisión cero propuestos por diferentes países.
Estas emisiones corresponden a aquellas que se liberan a la atmósfera luego de todos los esfuerzos realizados en los procesos de reducción de gases.
Conforme a un estudio realizado por académicos de distintas universidades británicas, como la Universidad de Exeter, la University de Reading y la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical (LSHTM), tras encuestar a 5.912 participantes revelaron que los impuestos pueden disminuir la emisión de gases.
“Especialmente en países que consumen mucha carne, como Chile, las políticas públicas que den cuenta del impacto de los productos animales son urgentes«, dice Diamela Covarrubias, directora de Relaciones Corporativas de Sinergia Animal, una organización internacional de protección animal que promueve elecciones alimentarias más saludables y sostenibles en América Latina y el Sudeste Asiático.
Asimismo, señaló que «las guías alimentarias de algunos países ya resaltan la importancia de adoptar dietas que no sean tan dependientes en los productos animales, pero dada la emergencia climática y el incremento en los casos de enfermedades crónicas vinculadas a dietas poco saludables, es hora de que los gobiernos consideren nuevas medidas como impuestos más altos”.
«Sin embargo, es evidente que no podemos aplicar impuestos y elevar aún más los precios de la comida en un país que ya está luchando contra el hambre, a causa de la crisis económica actual”, indica la experta.
Por lo anterior, explica que “es indispensable que los alimentos más sanos sean cada vez más accesibles, por lo tanto, las políticas que subsidian e incentivan la producción y distribución de vegetales, frutas, granos y semillas orgánicas y producidas por pequeños agricultores, son urgentes”.
La búsqueda de un futuro verde
La producción de alimentos por sí sola es responsable de más del 30% de todas las emisiones de GEI a nivel global, y los alimentos de origen animal producen el 57% de ese total.
“Para reducir la demanda de productos alimentarios que no son sostenibles y, en consecuencia, alcanzar los objetivos climáticos para 2050, necesitamos invertir en una transición profunda y un sistema alimentario más sostenible que explote menos animales”, explica Covarrubias.
Una dieta sana para el planeta
Según un reporte publicado por la Comisión EAT-Lancet, una dieta alimentaria a nivel global que sea consistente tanto con los objetivos climáticos como nutricionales sería basada mayoritariamente en plantas.
La Comisión señala que mientras el consumo de alimentos como las carnes rojas y el azúcar debe reducirse en más del 50%, el consumo de frutas, nueces, vegetales y legumbres debe duplicarse.
“Este es un momento crítico para nuestro futuro y es fundamental que las autoridades de todo el mundo actúen con responsabilidad. Pero también debemos hacer nuestra parte. En América Latina, el Desafío 21 Días Veg de Sinergia Animal alienta y ayuda a quienes quieran adoptar una alimentación basada en plantas con la asistencia de nutricionistas profesionales de forma gratuita”, explica Covarrubias. CHH