La Ley 21.368, más conocida como Ley de Plásticos de Un Solo Uso, ha generado inquietud entre los locales de comida y comercios del rubro gastronómico, ya que, según señalan, además de los plásticos también quedarían prohibidos elementos compostables y biodegradables.
A juicio de la Asociación Gremial de Industriales Gráficos (Asimpres), la normativa —recientemente aplazada por falta de reglamento— puede ocasionar una serie de consecuencias imprevistas, que “podrían obstaculizar el desarrollo de una emergente industria del compostaje y gestión responsable de residuos en nuestro país”.
“Nuestro sector adhiere decididamente a la necesidad de avanzar en la gestión sostenible de residuos e ir dejando atrás materiales dañinos con el medio ambiente. Sin embargo, la ley tal como está es una mala señal, porque toda la industria de consumo masivo que está cambiando del plástico al papel no ven que el cumplimiento traiga ventajas reales en términos ambientales”, explicó María Eugenia Mingo, gerenta general de Asimpres.
Según señalan, el artículo 3 de la norma prohíbe artículos de cualquier material de un solo uso dentro de los locales de expendio de alimentos, sin distinguir entre materiales plásticos convencionales y aquellos biodegradables o compostables, como el cartón o productos hechos a partir de fibras naturales.
“La gran contradicción de la ley es que las alternativas que deja, además de reutilizables como vidrio, metal y loza, intensivos en uso de agua y detergentes, es más plástico. Este último material es el más compatible con la obligación de reutilizar platos, vasos y otros utensilios, particularmente ante la presencia masiva de menores de edad y adultos mayores”, detalló Mingo.
En su opinión, lo anterior crea una gran paradoja regulatoria, porque por un lado busca erradicar los plásticos desechables convencionales, pero por otro se está limitando el uso de alternativas más ecoamigables. Como resultado, industrias que pretenden impulsar el compostaje y la biodegradación de residuos en Chile enfrentan barreras que podrían desincentivar su expansión y desarrollo.
“Con preocupación vemos que la Ley de Plásticos de Un Solo Uso es una oportunidad desaprovechada para, en vez de prohibir, colocar los incentivos necesarios para fomentar sustitutos ambientalmente más amigables que realmente promuevan una gestión de residuos circular”, puntualiza María Eugenia Mingo.
En vista de ello, plantean la necesidad de mirar las normativas ambientales con una visión amplia e integrada, sin dejar fuera alternativas que pueden generar cambios significativos en distintas industrias y consumidores, promoviendo la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías y materiales que avancen y se desarrollen con dicho propósito.