Para muchos extranjeros entender el español que hablamos en Chile, puede ser una tarea difícil, esto debido al acento y a los diferentes modismos que utilizamos, además de la capacidad de dar diferentes significados a una sola palabra.
De hecho, también se convirtió en un “lenguaje” complejo para encasillar por parte de expertos en el tema lingüístico y así lo confirmo este martes el medio El Mundo de España.
“El más difícil de clasificar, el más reconocible por su melodía, por sus modismos y por lo que tiene de disruptivo”, consignó el medio español.
Estas características fueron reconocidas, aceptadas y compartidas por el escritor Alejandro Zambra, el lingüista y académico de la Universidad de Chile Ricardo Martínez, y otros expertos en el tema que hablaron con El Mundo.
La medición de este resultado se realizó bajo ciertos estándares que, según se consigna en el medio son “la velocidad con la que cambia el lenguaje oral y escrito, el léxico, la morfología y la fonética, la manera en que los códigos sociolingüísticos caen y son sustituidos por otras claves y la relación cada vez más laxa que los hablantes tienen con la norma”.
¿Qué hace tan especial el español chileno?
“Muchos lingüistas concordamos en que el español de Chile y el de Honduras son los que están variando más rápido en el mundo hispano”, dijo Martínez al medio citado.
En ese sentido, resaltaron que las clases sociales y su mayor interacción han ayudado a transformar el idioma y acortar brechas en la pronunciación.
«La forma de pronunciar la ch, que estaba muy estratificada por grupos sociales. El habla de prestigio pronunciaba Chile; el habla de las clases bajas decía ‘Shile’. Esa diferencia se ha aplanado porque los grupos sociales han empezado a interactuar mucho más de lo que hacían antes, sobre todo en la educación superior», aseguró Martínez.
Además, identificaron que, a diferencia de otros territorios, nuestro forma de comunicarnos no tenía tanto que ver con la ciudad a la que perteneces, sino que a la clase social.
Por otro lado, el periodista y escritor, Alberto Fuguet, analizó también el fenómeno de nuestro idioma y aseguró que «hablar en Chile siempre fascina, incluso tenemos una palabra propia para generar enredos en una conversación: el cahuín, y un verbo, cahuinear, para el chisme«.
En ese mismo sentido, sentenció que «a veces da risa. No es casual que digan que es un país de poetas. Todos, en rigor, usan el lenguaje a su manera. Oral, por escrito, y ahora de manera digital. Más que una suma de dialectos, Chile posee jergas sociales-etarias que lo hacen muy vivo. Usar el chileno te permite ser libre en un país que, en ocasiones, se torna autoritario». CHH