Por Lorena Olivares, periodista Chicureo Hoy.
Tras conocerse la noticia que tres cadenas de supermercado se pusieron de acuerdo para mantener el precio de los pollos, la indignación ciudadana se tradujo en un llamado a no comprar por un día en estos recintos comerciales y a preferir los almacenes de barrios. Los denominados minimarkets con el paso de los años han debido ingeniárselas para enfrentar lo que significa la llegada de un supermercado, sabiendo que resulta difícil competir al mismo nivel de precios que estas grandes cadenas.
¿Pero qué es lo que hace que la gente prefiera ir a un minimarket en vez de comprar en un supermercado? Las razones son variadas: atención personalizada, saca del apuro del momento, el fiado, la calidad de algunos productos e incluso el precio. Tres dueños de locales reconocidos del sector dan su visión sobre el tema a Chicureo Hoy.
Con más de veinte años funcionando, La Higuera es un minimarket emblema de la zona Los Ingleses, atendido por sus dueños este local comercial ha visto como la llegada de las grandes cadenas ha ido modificando el escenario comercial de Chicureo. Yerdecides Harbin(padre) destaca que la gente los prefiere por la cercanía que tienen con sus clientes, “existe una relación con cada persona, incluso sabemos lo que almorzarán en el día cuando nos compra” y aunque sabe que directamente no se puede competir con los precios de las grandes cadenas, su clientela se ha mantenido fiel por años, es más aún mantiene una tradición cada vez más escasa: el fiado. Junto a sus hijos, ha ido dando vida al local que se conoce, lo que partió como un pequeño negocio, hoy cuenta con un espacio mucho más amplio en el que es posible encontrar todo tipo de productos.
La misma postura manifiesta Víctor Olivares, dueño de Ruta Market el que está ubicado en la carretera San Martín entre Santa Cecilia y Santa Inés. Víctor cuenta que la llegada del supermercado en un principio les causó incertidumbre, sin embargo tomaron esto como una oportunidad para enfocar su fuerte en la distribución de bebidas y alimentos de perros, sin dejar de lado la venta para los clientes habituales. Víctor, quien conoce de este rubro desde hace dos décadas en la zona, expresa que los casos de colusión no son una sorpresa: “Siempre ha sido, cuando el poder económico se maneja en un grupo pequeño tienden a hacer monopolios y ellos concuerdan en márgenes parecidos para todos y condiciona al proveedor en el precio de compra. Por supuesto que debido a los volúmenes que ellos manejan nosotros no tenemos cómo competir”.
Desde las 6:30 de la mañana empieza a funcionar el minimarket Santa Luisa, ubicado en Santa Luisa con la Carretera San Martín. La clientela varía de acuerdo a su horario: más temprano llegan trabajadores y nanas, durante media mañana las dueñas de casa y para la hora de almuerzo el panorama es variado. Patricio López lleva casi 40 años en esto y si bien en un momento el temor a un supermercado puso en duda cómo serían las cosas económicamente, él explica que su fuerte son las frutas y verduras “en comparación al supermercado son de mejor calidad y más baratas, yo mismo compro en La Vega”. Patricio también destaca que es la cercanía con cada persona la que marca la diferencia con una cadena, “se forma un tipo de amistad con los más cercanos, ellos nos cuentan sus cosas, incluso las más increíbles y eso se da sin siquiera haber salido a tomar un trago”.
Los tres coinciden comerciantes en que a pesar del crecimiento económico que ha tenido el sector, la gente privilegia comprar en los minimarket y es que no solo se trata de una transacción, sino que es una costumbre que mantiene la vida de barrio algo que resulta necesario para que una comunidad pueda mantenerse unida sin importar su condición socioeconómica. CH H.