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Redes sociales: los límites de lo público y lo privado

La información de carácter privado que está en las redes sociales proviene de cinco fuentes básicas.

Hoy en día tener un perfil en Facebook es considerado algo tan “básico” como utilizar un correo electrónico. Las personas continuamente publican sus estados de ánimo, opiniones, fotografías y, en general, gran cantidad de información sobre sus vidas privadas. Otras tantas se inclinan por tweetear cada pensamiento que tienen, mientras que están las que publican en Instagram toda clase de capturas fotográficas.

¿Cómo han transformado las redes sociales a la sociedad actual? “Las redes sociales no sólo cambiaron la forma en que las nuevas generaciones (nativos digitales) socializan, sino que también la manera en que debemos definir lo público y lo privado. Cada smartphone que funcione bajo el sistema operativo IOS o Android guarda la información de cada comentario que realizamos en Facebook, sabe quiénes son nuestros contactos en Whatsapp, registra cada lugar en el que estamos a través del GPS y hasta el asistente virtual Siri aprende a diferenciar nuestros estados de ánimo. En definitiva, la desarticulación de lo público y lo privado en las redes sociales plantea cambios que atañen a lo social y político”, afirma Óscar Jaramillo, académico de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad del Pacífico.

Cuando cada usuario que se crea un perfil en una red social debe entregar datos sensibles sobre su persona y vida, tales como nombre, edad, sexo, ciudad de residencia, estado civil y nacionalidad, entre otros. Esta entrega voluntaria de información personal es sólo una de las maneras en que la vida privada conjuga en la pública.

“La información de carácter privado que está en las redes sociales proviene de cinco fuentes básicas: el mismo usuario que entrega información de manera voluntaria, otros usuarios de las mismas redes sociales que publican información sobre nosotros, empresas asociadas y no asociadas a las redes sociales que recolectan información sobre nosotros, la misma red social que registra y procesa información sobre nuestras actividades y, por último, los motores de búsqueda (buscadores) que indexan los perfiles y los ponen a disposición de cualquier usuario de Internet”, enumera Jaramillo.

Las redes sociales tienen múltiple acceso a la información de cada usuario, no sólo a la ingresada voluntariamente por la persona, sino también a la que sus amigos han posteado y a los datos que han recaudado las aplicaciones que se alojan en la plataforma social.

“El simple hecho de que un amigo nuestro instale una aplicación en su perfil constituye un peligro para nuestra vida privada. También cuando un amigo publica algo en nuestro muro y ello es comunicado no sólo a nuestros ‘amigos’, sino que también a los ‘amigos de nuestros amigos’. Es ahí donde se rompe la autodeterminación informativa, porque perdemos el control de poder decidir qué es público y qué no lo es, qué es más importante, qué es lo que quiero comunicar a una persona y no a otra”, asegura el académico.

“Lo que hace la red social es convertir la esfera de lo privado en público, debido a que todo lo que se publique en ella no está regido por el concepto de confidencialidad. No obstante, esta nueva esfera compuesta por la red social se diferencia de la vida pública en términos de masividad, ya que a pesar de la gran cantidad de visitas, la red social se mantiene dentro de un ámbito más underground, por llamarlo de alguna manera. Y para que una información sea de conocimiento de la opinión pública, requiere de la participación de los medios de comunicación tradicionales”, complementa Jaramillo.

Por ello, los límites entre lo que se considera público y privado han cambiado desde que las redes sociales irrumpieron en la escena. “Las redes sociales han redefinido los conceptos de vida pública y privada más allá de los entornos digitales, debido a que afecta la forma en que las personas socializan. No podemos considerar algo como privado si es comunicado a nuestros mejores 500 amigos, tal como sucede en Facebook. Por eso, la red social sería algo intermedio, que está entre lo público y lo privado”, afirma el experto.

Finalmente, el académico explica que con sólo ingresar a la red social se desencadena una serie de procesos donde se puede juntar una gran cantidad de datos e información relevante de la vida de una persona, por lo que es necesario tenerlo en cuenta.

“Cada vez que una persona accede a una red social desde un teléfono celular u otro dispositivo móvil, el sitio almacena el número de teléfono y la ubicación de la persona. En el caso de hacerlo desde un computador, almacena la dirección IP, la ubicación, el nombre del ISP que utiliza, el sistema operativo y hasta el tipo de procesador que tiene el PC. En ambos casos se puede saber el browser del usuario y los sitios web que visitó antes y después de entrar a la red social. Asimismo, es posible averiguar el buscador que utiliza, junto con los términos de búsqueda usados recientemente. A ello hay que sumar una serie de parámetros más técnicos, como el tipo de pantalla o programas cargados en el dispositivo móvil o computador. Además, se recolecta y procesa información sobre todas las actividades realizadas por los usuarios, lo cual les permite realizar perfiles ‘personalizados’ sobre la conducta de sus usuarios. La mayor parte de estos perfiles son empleados con fines publicitarios, para entregar anuncios a la carta”, finaliza Jaramillo. CH H