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Suicidio adolescente: Un grito silencioso

Según la OCDE, Chile se encuentra dentro de los países con mayor cantidad de muertes por esta causa en Latinoamérica

Foto: «El grito» de Edvard Munch 

Desde el año 2003, la Asociación Internacional Para la Prevención del Suicidio, en colaboración con la OMS (Organización Mundial de la Salud), promueven cada 10 de Septiembre el “Día Mundial Para la Prevención del Suicidio”. El objetivo de este día es concientizar a nivel mundial que el suicidio puede prevenirse. En Chile tenemos unas cifras de las que no debemos sentirnos orgullosos. Según la OMS, el suicidio es la segunda causa de muerte en los adolescentes en el mundo. La  OCDE (Organización para la Cooperación  y el Desarrollo Económico) señala por su parte, que Chile es, lamentablemente, el país con la tasa de suicidios más alta en adolescentes en Latinoamérica y uno de los 5 primeros a nivel mundial.

El Ministerio de Salud y las proyecciones de población de Naciones Unidas y del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) estiman que para el 2020, cada día un joven se quitará la vida en nuestro país.

Se asocia generalmente el suicidio con la depresión, pero hay que aclarar que no todos los adolescentes con depresión llegan al suicidio. Un cuadro depresivo mayor “es un trastorno del ánimo en el cual hay un cambio en la conducta del adolescente. Desgano, no disfrutar con las cosas que disfrutaba antes, tener alteraciones del sueño, alteraciones del apetito, pueden engordar por ansiedad o bajar de peso. Pero un aspecto clave, es  el aislamiento.  Un niño que antes era sociable, se juntaba con sus amigos, iba a juntas, salía como todos los adolescentes,  empieza a no querer salir y busca estar solo. Hay cambios de humor y consumo de alcohol y drogas. Estas son las primeras señales de alerta que los familiares, amigos y personas de su círculo familiar cercano no deben dejar pasar” señala la Dra. Andrea Aguirre, Psiquiatra Infanto-juvenil de la Clínica Universidad de Los Andes.

Un cuadro suicida y sus distintas etapas

Un joven con depresión que tiene el perfil suicida pasa por distintas etapas. Primero están las “Ideas de muerte”, quiero descansar, quisiera dormir mucho rato, quisiera desaparecer. Luego viene la “Ideación Suicida”. Empiezan a pensar en la muerte, ¿qué pasaría si yo me muriera?, ¿cómo podría hacerlo?, ¿hay alternativas para esto?. Luego  viene la “planificación suicida”, que es una cosa mucho más concreta, tal día, a tal hora, con tal método, yo lo haré, estando en esta etapa más cerca de consumar el hecho. Uno de los factores más determinantes para cometer un suicidio es haber intentado un suicidio previo.

Existen factores de riesgo. “Tener una depresión, haber tenido historias de maltrato, problemas con los pares, con los compañeros (bulling), que tenga otras patologías asociadas, por ejemplo, trastornos ansiosos, que sufran de crisis de pánico. Los jóvenes con problemas de aprendizaje, que tienen mal rendimiento en el colegio. Son un conjunto de cosas las que pueden incidir en un cuadro depresivo mayor y de no tratar, una planificación suicida. Pero también puede existir un factor gatillante”, explica la Dra. Aguirre. La parte social, individual, académica, y la familiar tiene que ser funcional.

Alcohol y drogas

El uso de drogas y abuso del alcohol en adolecentes depresivos, están muy relacionados con los jóvenes depresivos-suicidas. A veces se sienten mal, pero no entienden lo que le pasa y buscan sustancias para aliviar ese sentimiento. Lamentablemente, el consumo de marihuana, en estos jóvenes con esta tendencia, puede gatillar conductas que son de riesgo, por lo tanto, influyen negativamente.

“La depresión es un factor de riesgo para caer en drogas. Y las drogas a su vez son un factor de riesgo de tener conductas suicidas”, agrega la profesional.

Tratamiento adecuado

Cuando uno sospecha  en su  hijo un cuadro depresivo, se sugiere llevarlo inmediatamente a un psiquiatra. Frente a una depresión es determinante un tratamiento inmediato. Lo primero que hay que hacer es estabilizar al paciente farmacológicamente y eventualmente derivarlo a una terapia con un psicólogo para ayudar a la familia, para ayudar al paciente para ver cuáles son los factores que lo llevaron a sentirse así. Enseñarle técnicas para poder estabilizar sus emociones, que las pueda reconocer y de esta manera, pueda aprender a manejarlas. Muchas veces  ellos ni siquiera saben lo que les está pasando. No saben si es rabia, pena o  miedo. De ahí la importancia de la psicoterapia, ayudar a reconocer las emociones para una vez así poder manejarlas. El tratamiento es a largo plazo, al menos un año de tratamiento farmacológico y de psicoterapia. “Es muy importante involucrar a la familia ya que muchas veces, detrás de todo esto, hay familias que son disfuncionales, entendiendo la disfunción a alteraciones en la forma de comunicarse que tiene la familia. No es que haya una mamá culpable, un papá culpable. Es un sistema familiar que no funciona bien porque la manera de comunicarse quizá no es la mejor y no se han dado cuenta” señala la Psiquiatra.

Este es un tema complejo y es importante que los padres consideren que, de una u otra manera, sus hijos pueden sufrir una depresión, para así poder detectarla a tiempo y evaluando todos los aspectos ya mencionados. Pero ante cualquier duda, es fundamental consultar con un especialista.

La gente depresiva difícilmente se da cuenta que tiene depresión. Es difícil que llegue alguien a una consulta y diga «tengo depresión». En general, son los familiares los que se dan cuenta, los profesores, su entorno más cercano los que deben dar la voz de alerta.  Y ya frente a un diagnóstico,  tratamiento, es cuando empieza una etapa donde la contención, el  apoyo y la escucha, pueden marcar una gran diferencia. Y sobre todo, de compañía. Un joven con depresión, habitualmente se siente muy solo por lo que hay que darle seguridad con amor, con presencia y con cariño. Que sienta que no está solo y que es querido es lo fundamental en todo adolescente, no solo en los pacientes con cuadros depresivos. CH H