Era un domingo en familia, Felipe Jiménez pensaba que llegaría a su casa a descansar luego de una jornada de celebración de un cumpleaños infantil, pero súbitamente todo cambió y cuando ya pensaba que estaba en tierra derecha, vio como su vida y la de su esposa e hijos quedó colgando en un hilo.
El hecho ocurrió en la zona de curvas que está después de la ferretería Yolito (o antes dependiendo de si es viniendo de Santiago), a la altura de la Copec.
«Iba en mi auto con mi señora que me acompañaba más mis 3 hijos. Iba mi hija de 7, mi hija de 11 y mi hijo de 16. Veníamos por la caletera porque nosotros somos, con mi señora, activistas del (movimiento) NO + TAG, por lo que cada vez que podemos evitar el tag lo evitamos, así que veníamos por la caletera de la carretera San Martin, solidarizando con el concepto de que hay que tratar de evitar los Tag», comienza comentando el abogado Jiménez, dedicado al área penal y que ha llevado causas como el caso Caval y que señala que más de la mitad de los casos que litiga lo hace ad-honorem, para ayudar a quienes lo necesitan.
La situación ocurrió en un momento en el que el grupo familiar conversaba con total relajo en el auto. «Veníamos por ahí cuando de repente me pasa un auto pequeño por delante, yo venía muy despacio, yo habitualmente no manejo tan despacio, pero ese día venía conversando con mis hijos, entonces estábamos dedicados a esta conversación mis niños, mi señora, cuando nos pasaron varios autos y de repente el último que nos pasa, nos antecede y se cruza delante de nosotros, y de ese auto se bajan 3 pistoleros, con pistola en mano, uno va a mi ventana, primero golpea con la pistola el vidrio de mi ventana y después agarra la pistola, y sin hacer nada, porque nunca me dijo nada, no me dijo: ‘dame tu auto, ‘bájense’, etc… me apunta y me dispara en la cabeza. A 30 cm de distancia con una pistola automática o semiautomática, una 9 mm».
De manera milagrosa, el proyectil no perforó el cráneo, pero se desvió hiriendo a alguien más en el auto. «Al momento que me dispara, yo acelero y arranco por la vereda, después de haber recibido el balazo en la cabeza. Bala que entró en la cabeza pero no penetró al hueso sino que sorteó el hueso y se fue desviada hacia la pierna de mi señora y terminó alojada en la pierna de ella».
El escape no pudo ser hasta tan lejos, uno de los hijos del abogado Jiménez no se encontraba en el auto, pues en medio del intento de atraco, decidió bajarse. «Me sangraba la cabeza mucho pero estaban mis hijos pequeños atrás, estaban mis dos niñitas muy lindas que son mis hijas … así que aceleré y me arranque por la vereda con mis niños y avanzamos … no sé…15 metros, 20 metros, cuando mi señora me dice que nos faltaba uno de nuestros cabros. Uno de nuestros niños se había bajado del auto cuando nos asaltaron. Así es que nos devolvimos a buscarlo, pero cuando nosotros arrancamos, después que ellos me dispararon, ellos se habían arrancado (los bandidos), así es que mi hijo estaba bien», comenta.
Pasado el momento del peligro con los antisociales, venía la otra parte de esa noche de terror que vivió esta familia de Chicureo. «Después de eso, como mi señora estaba muy afectada emocionalmente por esto, yo con la cabeza sangrando (pensando que me iba a morir en cualquier minuto) me fui manejando despacio en dirección a la posta de Colina», señala.
En el lugar le realizaron los primeros auxilios y derivaron al paciente hasta el hospital San José, un lugar en el que no recibió una atención correcta, manifestó. «Nadie se merece ir a ese hospital, es una cosa espantosa. Así es que fuimos al hospital pero ahí vimos lo espantoso que era, así es que nos fuimos al Hospital de la Católica, donde nos atendieron. Yo soy usuario de FONASA, yo cómo no estoy dispuesto a aportarle a las Isapres, por un tema ideológico mío. Nosotros no somos parte de las Isapres. Yo colaboro con mucho más de lo que recibo a cambio… pero no estoy dispuesto. Y es mi compromiso social, es lo mismo, yo soy un abogado que atiende más gente gratis que pagada», afirma.
Luego que los médicos del hospital clínico de la Universidad Católica vieron la situación en la que se encontraba Jiménez, señala que «se sorprendieron que estuviéramos vivos, porque bueno, me habían pegado un balazo con una 9 mm en la cabeza a 30cm, la bala no me había hecho ningún daño real y a mi señora, la bala le había sorteado un hueso, pero no le había cortado nada importante ni destruido nada importante (pierna derecha)», relata.
«La verdad es que somos gente brutalmente afortunadas, hemos vuelto a nacer. Pero a pesar que entre el lema y la justificación de las protestas, no podemos entender cómo los chilenos estamos permitiendo que se destruya nuestra sociedad», comenta con frustración.
Una conclusión respecto al actual momento por el que pasa Chile:
«Justo a la hora en que a mí me balearon en Los Libertadores (cerca de las 9 de la noche), estaban incendiando el Juzgado de Letras de Colina, estaban quemando el Juzgado de Familia de Colina y estaban saqueando el Mayorista 10 de Colina. Se crean espacios para que los bandidos sean dueños de la calle. Las policías no dan abasto para enfrentar todo. Si nosotros, los ciudadanos de bien, somos los llamados a participar en la seguridad también, en respetar las normas y hacer la cosa correcta. Pero resulta que si cada vez que salimos a marchar, sabiendo que alguien va a destruir, va a pasar a esconderse detrás de nosotros, donde nosotros pasamos a ser el bosque donde se esconde el lobo, el lobo ataca sabiendo dónde tiene que esconderse, detrás de nosotros», concluye respecto a lo que ocurre socialmente.
El parte médico
Luego que padre y madre de familia fueran atendidos, los médicos les indicaron que no tenían que quedarse hospitalizados, ya que no tenían nada grave, por lo que fueron hasta su casa, donde los esperaban los niños quienes se tuvieron que quedar solos durante ese tiempo.
«Y claro, preferible estar en la casa con los niños porque es preferible que los niños sean personas normales. Nosotros ya cagamos, pero los niños no tienen que dejar de ser normales. Para mi hijo fue terrible, pero nosotros lo enfrentamos siempre bien, no dejamos que nos pusieran anestesia, siempre nos mantuvimos lúcidos y siempre los estuvimos confortando y amparando. Porque la idea era que ellos entendieran que los papás estaban ahí, que estaban bien y que no dejaban de ser sus papás. Así es que nos mantuvimos en la cordura, con mucho dolor. Para mis hijos estoy bien y ellos están bien porque su papá está bien y lo mismo hizo mi señora».
La forma de cambiar esta realidad
«Yo pido solidaridad. Es relevante es que los vecinos estemos atentos de quién es tu vecino, quién está al lado tuyo, cómo puedes ayudar, cómo puedes participar, porque de a uno somos muy débiles, pero juntos podemos cambiar esta realidad», comenta Felipe Jiménez luego de esta segunda oportunidad.
Respecto a los delincuentes, afirma que «iban encapuchados. Independiente de eso, la verdad es que estuvo difícil la cosa. Pero la Labocar rescató muestras genéticas de ellos así es que ahí ya tenemos un elemento donde los van a poder distinguir». CHH