Señor Director:
Hoy en día, los índices de depresión en niños y adolescentes están más altos que nunca. Tras leer una serie de artículos, me siento en la libertad de expresar que esto guarda una fuerte relación con la carencia de propósito. El propósito nos permite levantarnos después de una caída porque hay algo por lo que aspiramos, y es en pro de ese objetivo que nos erguimos tras cada tropiezo.
Un ejemplo sencillo es aprender a andar en bicicleta: sabemos que nos caeremos muchas veces antes de dominar esta habilidad, pero el propósito de lograrlo nos impulsa a levantarnos una y otra vez hasta alcanzar nuestra meta.
Este fenómeno merece una reflexión profunda, ya que el desarrollo de un propósito claro y significativo en la vida de los jóvenes puede ser clave para mitigar estos índices preocupantes de depresión. Cuando carecemos de un propósito definido, nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de la vida se ve considerablemente debilitada. Por ello, es imperativo que como sociedad promovamos entornos que fomenten la identificación y la realización de propósitos personales desde temprana edad.
Fomentar el propósito no solo implica motivar a los jóvenes a alcanzar metas concretas, sino también a encontrar significado y satisfacción en sus acciones diarias. Desde enseñar habilidades prácticas hasta cultivar valores y metas a largo plazo, cada esfuerzo por fortalecer el sentido de propósito contribuye no solo a la salud mental individual, sino también al bienestar colectivo de nuestra comunidad.
Es momento de iniciar un diálogo serio y tomar acciones concretas para abordar esta preocupante situación. Como jóvenes, necesitamos trabajar junto a educadores, padres y la comunidad en general para proporcionar las herramientas y el apoyo necesarios. Esto nos permitirá desarrollar y perseguir propósitos significativos en nuestras vidas desde una edad temprana.
Diego Espinosa / estudiante secundario
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