Por: Javiera Cisternas, periodista Chicureo Hoy.
Cuando uno se sienta a conversar con Didier Veracini, llaman la atención dos cosas: su constante sonrisa con que enfrenta cualquier tema y la simpleza con la que describe las miles de historias que han pasado por su vida. Así es, este francés está por lejos de ser ese personaje tímido, todo lo contrario, se podría estar conversando con él por horas, porque de todo, tiene alguna anécdota entretenida.
Al terminar su carrera de químico farmacéutico, tomó todos sus ahorros y se compró una moto, con la cual, recorrió toda América y el norte de África. Se casó con una chilena; se vino a vivir a Chicureo, con quien tiene cuatro hijos, formó varios negocios culinarios y hasta trabajó en televisión; sobrevivió a un incendio y armó todo desde cero con sus propias manos. Aquí un pedazo de su historia.
“Cuando yo llegué a Chicureo, los fines de semana podías ver pasar un máximo de tres autos en un camino de tierra, que hoy es Av. Chicureo”. Fue en ese entonces, que nació la idea de hacer una pastelería. “Nos instalamos en un local chiquitito al frente del Colegio Santa Cruz. Era el único lugar donde las personas podían comprar cosas listas en el sector”. Así de a poco comenzó a hacerse conocido, hasta que un día los colegios Santa Cruz, San José y Rayen Mahuida, le pidieron hacer los almuerzos. “Eran máximo 25 niños por establecimiento, preparaba las colaciones y las repartía”.
A pesar que este negocio no duró mucho tiempo y tampoco era fácil, Didier lo recuerda con cariño y se inspira cuando menciona lo que sería su próximo emprendimiento: pizzas, con entrega a domicilio. “Aquí no habían negocios de este tipo, nosotros íbamos y entregábamos a las casas en cualquier sector. En ese tiempo la mayoría eran parcelas, había que ubicarse por la descripción que entregaban las personas por teléfono”.
Finalmente lo de las pizzas no pudo seguir, pero llegó la oportunidad de trabajar en el matinal Mucho Gusto, donde este hombre pudo demostrar su desplante y carisma en la pantalla chica, contando sus aventuras y entregando recetas a todas las dueñas de casas. En paralelo este chef autodidacta, comenzó a trabajar en su charcutería francesa, “Mas de Provence”, donde trae a Chile un poco del sabor de su tierra natal.
“Mientras trabajaba en el matinal, nació la oportunidad de abrir un restorán acá en Chicureo”. Pero este no es el actual Pizza Bistrot, porque ese se quemó hace dos años atrás y solo quedaron 3 paredes. “Este lugar era mítico, para los que vivimos acá, comenzó como el único mini market del sector, en su principio se llamaba a New Market, después se llamó Bing y antes de nosotros fue una cafetería”, recuerda Veracini, con un poco de nostalgia. En el momento que llegó el Chef y su socio, el local pasó a ser restorán, donde familias enteras iban a disfrutar de sus platos hasta que las llamas lo consumieron. Cuando recuerda este incidente, habla un poco más despacio, pero no pierde su gran sonrisa: “Tuve mucha suerte, me salvé del incendio por una cuestión de 5 segundos. La casona, creció mucho y tuvo cambios, así fue como un día se produjo un corte eléctrico. Yo estaba en la cocina, cuando comencé a ver el humo. De ahí entré corriendo, tratando de salvar muchas cosas, entre ellas el champagne francés. Así vi como se venía todo abajo. Me salvé por muy poco”.
Ahí comenzó una nueva etapa, empezar a trabajar desde cero. “Para mi este lugar significa mucho más que antes. Vi cómo se consumió todo, cayó con la simpleza de un castillo de naipes. Pero con mis propias manos e ideas he ido levantando este lugar a lo que es hoy”. De manera muy sencilla cuenta y muestra todos los detalles que ha ido aplicando: “Ese dibujo del fondo, yo no lo podía pintar, pero busqué a alguien que me entendiera; estos faroles que cuelgan afuera, los arregló una conocida, la puerta de la entrada y esa pared la pinté y quedo así. Hice cosas que quedaron bien y mal. Las ideas se me van ocurriendo y por suerte tengo un socio que confía en mí. Además siento que este restorán es un pedazo de Francia que tengo acá, incluso la gente que ha viajado donde yo nací, me dice que es muy parecido”.
Desde que vive aquí, Didier ha sido testigo de todos los cambios que han pasado y cómo han ido llegando muchas familias. La transformación que ha tenido Chicureo, la modernización y cercanía a Santiago. “Me gustaría que este lugar siguiera manteniendo el estilo campestre, que por ejemplo los niños fueran en bicicleta al colegio, que no anduvieran tantos autos. Que además ese cariño que tiene la gente con uno, siguiera siendo característico de los que viven acá”. CH.