Cada otoño, cuando los días se hacen más frescos, los árboles se tiñen de color café y el suelo se llena de hojas, comienza la temporada de castañas, un fruto seco con característico aroma, que puede ser utilizado en preparaciones dulces y saladas.
La castaña destaca por poseer un contenido calórico considerablemente inferior a otros frutos secos como el maní y las nueces, al ser más baja en grasas. Aportan aproximadamente 179 calorías por cada 100 g crudas, lo cual se eleva al cocerlas, ya que el porcentaje de agua que contienen se reduce.
Además, son una gran fuente de hidratos de carbono y ricas en fibra con un bajo contenido de azúcares, por lo que son una excelente fuente de energía saludable. También son ricas en minerales como potasio, magnesio, fósforo y calcio, y otorga propiedades antioxidantes al organismo.
Es un alimento muy versátil ya que puede ser utilizado en diversas preparaciones, tanto dulces como saladas. Las opciones más comunes son consumirlas cocidas, asadas o tostadas, para lo cual hay que lavarlas, pelarlas y luego hacerles un pequeño corte con un cuchillo para evitar que exploten con el calor.
Se pueden cocer en una olla con agua durante 30 a 45 minutos a fuego alto hasta que queden blandas, luego se deben secar y dejar reposar en un colador para que se entibien y así poder pelarlas con un cuchillo, retirando toda la piel interior, ya que tiene un sabor amargo.
Una vez cocidas son muchas las preparaciones que se pueden hacer, por lo que este versátil alimento sirve para acompañar otras recetas y también puede ser consumido directamente, una vez que se entibien. CHH