Buscar mayor independencia, incrementar los ingresos y compatibilizar de mejor forma el trabajo y la familia son las principales motivaciones que impulsan la decisión de los emprendedores. Sin embargo, para muchos de ellos el sueño de emprender puede transformarse en pesadilla, porque el fracaso siempre está a la vuelta de la esquina.
Cifras de la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH) señalan que más del 55% de los emprendedores fracasa. Entre los factores predominantes que inciden en este resultado están la falta de financiamiento y la mala administración, que echan por la borda todos los esfuerzos invertidos.
Pese a ello, el director del Centro de Competitividad (CDC) de la Universidad del Pacífico, Patricio Ovalle, señala que un buen proyecto siempre tiene financiamiento. “Creer que se necesita plata y/o financiamiento, poniéndolo como condicionante para emprender, es un error. Lo importante es buscar y crear un producto para un cliente, y no un cliente para mi producto. No hay que enamorarse del producto que fabrico o vendo; ése sería un error. Hay que tener apertura para escuchar a los clientes y el feedback que éste me entrega respecto a cómo ve mi producto”, indica.
En relación a los problemas de administración del negocio, Ovalle señala que esto se debe habitualmente a la falta de recursos. “En general, al iniciar un emprendimiento no se posee muchos recursos económicos y, por tanto, se trata de ahorrar al máximo. En este sentido se cometen errores, ya que al ahorrar muchas labores que debieran realizar buenos profesionales las hacen los mismos emprendedores, muchas veces sin tener conocimiento, lo que puede resultar letal. Un emprendedor debe reconocer sus límites y aceptar que no es bueno para todo. Acá ahorrarse dinero puede matar un negocio. Es mejor en ocasiones pagar y aumentar ciertos costos para tener mejores asesores, ya que un buen asesor se paga solo y genera retornos económicos muy superiores a la inversión”, asegura Ovalle.
¿Cómo inclinar la balanza hacia el polo positivo?
Si bien los factores mencionados siempre rondarán al ambiente emprendedor, hay cosas que pueden trabajarse para equilibrar los componentes que inclinan la balanza hacia un lado u otro.
El Director del Centro de Competitividad de la U. del Pacífico señala que junto con conocer y entender bien todo el sistema de créditos, fondos y concursos que apoyan el emprendimiento en nuestro país, el emprendedor debe aprender a manejar ciertas herramientas, donde es clave la difusión.
“Las herramientas se enfocan tanto a la llegada de clientes como para la obtención de capital. En este sentido, dependiendo de la fase o etapa del ciclo de vida en el que se encuentre su emprendimiento, el emprendedor debe desarrollar distintas habilidades. Por ejemplo, en la fase de puesta en marcha, las habilidades de descubrimiento y exploración (que tienen que ver con reuniones, participación en seminarios, ferias, workshop, etc.) son las que deben primar, ya que en esta fase es imperante conectarse y darse a conocer, y comunicar constantemente la oferta que tengo como emprendedor”, explica Patricio Ovalle.
También existen otras competencias que, si bien no garantizan el éxito, aumentan las probabilidades del emprendedor de llegar al cliente para dar a conocer su producto o servicio. “Estas herramientas son transversales. Las llamamos así, ya que las podría tener un deportista o un profesor, y no son exclusivas de los emprendedores. Estas son: autonomía, liderazgo, trabajo en equipo y comunicación. Estas cuatro competencias son clave para moverse en el mundo de hoy. Lo anterior siempre con el foco puesto en el cliente, escuchándolo, observándolo, ya que se emprende para solucionar los problemas a los clientes”, finaliza el especialista de la Universidad del Pacífico. CH H
