Conmoción ha causado el caso del niño de un año y dos meses que fue mordido en el Jardín Infantil Play Garden de Santiago Centro. Una especialista de la Universidad del Pacífico explica aquellas señales de maltrato infantil a los que debemos estar atentos.
Aunque este episodio es horroroso, la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Guila Sosman, aclara que contrario a lo que muchos piensan, “el maltrato infantil ocurre principalmente en el contexto familiar, por conocidos o los mismos familiares”.
Sin embargo, el mayor temor de los padres es a los riesgos que corren sus hijos cuando quedan al cuidado de terceros, por lo que es importante estar atentos a cualquier signo que nos indique la posibilidad de maltrato infantil. “Cuando son bebés, nuestros hijos no saben hablar y expresar lo que les sucede, por lo tanto es difícil darse cuenta si está sufriendo de algún tipo de vulneración. Dado lo anterior, no existen indicadores que por sí solos nos hablen de maltrato, pero sí nos pueden alertar en caso de que esté ocurriendo alguna situación perjudicial para nuestro bebé”, señala la especialista en atención y evaluación psicológica de personas víctimas de expresiones de violencia y vulneración de derechos.
La primera señal en los niños menores de un año es el llanto. “Si percibimos que un bebé llora incesantemente y es muy difícil de consolarlo, y se han descartado las necesidades básicas como hambre, sueño, etc., debemos preocuparnos, Si el niño es muy difícil de calmar o presenta irritabilidad extrema, debemos ver la causa de esto para estar seguros de que no está sufriendo de algún daño”, advierte la psicóloga.
“En las guaguas también existen otros indicadores que hay que atender, como cambios en la coloración de la piel, respiración trabajosa, abundantes temblores o sobresaltos, hipertonía o tono desigual, entre otros. En este sentido, podemos observar que el bebé ante ciertos estímulos sobre reacciona, pudiendo parecernos que es asustadizo o que tiende a evitar la mirada directa de algunas personas, a través del movimiento descontrolado de los ojos o de colocar su cuerpo rígido. Si además estas conductas aparecen especialmente con una persona, hacia quien se observa un especial rechazo, es importante que indaguemos qué puede estar pasando”, agrega.
Ahora, cuando los niños son un poco mayores, hay que observar señales distintas, pero todavía de orden no verbal. “Entre 1 y 2 años, los niños aún no cuentan con el lenguaje necesario para expresar todo lo que les ocurre, pero se pueden manifestar a través de conductas de descontrol emocional, como rabietas o llanto sin motivo aparente, miedos injustificados, rechazo o llanto ante cierta persona o lugar y actividad desorganizada. Esto último se relaciona con cambios abruptos de actitud o actividad sin una explicación aparente”, precisa Sosman.
Cuando los niños ya pueden verbalizar y logran decir lo que les ocurre, la docente de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico explica que, en general, lo hacen con mucho temor y es bueno no culpabilizarlos y creerles inmediatamente lo que nos cuentan. “También pueden presentar ecopresis o enuresis, es decir, dificultades en el control de la orina o el esfínter, además de conductas similares a las mencionadas en etapas anteriores, como es la irritabilidad y el descontrol, sumado a conductas violentas hacia los pares o, por el contrario, aislamiento y sumisión ante los compañeros y otras personas significativas”, puntualiza.