Por Rocío Valenzuela, periodista de Chicureo Hoy
La vacunación obligatoria de nuestros hijos es un tema que cada cierto tiempo genera polémica por las dudas que existen respecto a si éstas son realmente inocuas o no.
Sin ir más lejos, en marzo recién pasado la Corte Suprema determinó que los padres de un lactante en Osorno debían colocar las vacunas del Plan Nacional de Inmunización, tras haberse negado a ponerle la vacuna contra la tuberculosis (BCG). Héctor Higueras, padre del menor, señaló en esa oportunidad que no querían exponer a su hijo a “enfermedades neurológicas, por los contenidos de timerosal y otros químicos nocivos para la salud”. Agregó además que “hay estudios que han demostrado que los niños pueden sufrir problemas de lenguaje o déficit de atención”, a causa de las vacunas.
Frente a afirmaciones como la anterior, el Ministerio de Salud, amparado en la ley, establece que si bien toda persona tiene derecho a aceptar o rechazar la inoculación, ello se ve limitado cuando la falta de vacunación pone en riesgo la salud pública.
Pese a lo anterior, hay ramas de la medicina no tradicional, como la antroposófica, que defienden el derecho de los padres a decidir si desean o no vacunar a sus hijos. El doctor Fernán Díaz, del Centro Médico Antroposófico de La Reina, señala que los padres debieran poder tomar esta determinación de manera consciente e informada, “ya que no hay nadie mejor que los papás para tomar la decisión de lo que es bueno para sus hijos”. Díaz acota que “en general, los padres que se han negado a ponerles las vacunas a sus hijos no lo hacen por negligencia, sino porque realmente consideran que es mejor para su salud”. A ello, agrega que “no está demostrado que las vacunas sean absolutamente inocuas, porque los estudios en la materia no han sido de largo plazo”. Es más, el doctor Díaz señaló a Chicureo Hoy que estima que en Chile existe una “campaña de desinformación” respecto de los efectos secundarios que a largo plazo pudieran generar las vacunas, a diferencia de organismos como la FDA (agencia del Gobierno de Estados Unidos responsable de la regulación de alimentos y medicamentos) que sí informa a la población sobre los posibles riesgos tras la inoculación.
Al respecto, Chicureo Hoy consultó también la postura del médico pediatra Orlando Guzmán, quien señaló que si bien no es de la idea de “obligar” a los padres a vacunar a sus hijos si éstos no quieren, “somos los médicos quienes debemos informarlos y orientarlos en base a la información que tenemos, para convencerlos de que es mejor hacerlo que no”. Asimismo, el facultativo acotó a Chicureo Hoy que “el Programa Nacional de Inoculación chileno es de muy buena calidad”, ya que el Estado invierte importantes recursos en comprar las vacunas en países pioneros en su fabricación y que tienen muchos años de certificación como son Estados Unidos y Suiza.
Testimonio de Julieta Osorio: “Decidimos que las vacunas no son compatibles con nuestro hijo”
Julieta Osorio es vecina de Chicureo y señala que, durante los primeros años de su hijo Mariano, siguió al pie de la letra el Programa Nacional de Inoculación y lo que sugería su pediatra. Cerca de los tres años, el niño comenzó a presentar un déficit en el desarrollo del habla, por lo que se le realizó una serie de exámenes en Estados Unidos, los que arrojaron “exceso de mercurio, aluminio y otros metales en su organismo”. Desde entonces, “decidimos que las vacunas no son compatibles con la dieta de Mariano” y, complementado con cambios drásticos en su alimentación como eliminar el gluten, el azúcar, la cafeína y los preservantes, “mágicamente hace dos años mi hijo tiene una salud de hierro. Los virus típicos que le dan a los niños le duran horas, con una recuperación asombrosa ante cualquier malestar”. Más allá de la discusión de si las vacunas tienen presencia de metales pesados o no, o si es real que tienen efectos secundarios en la salud, lo que Julieta cuestiona es que “a mí nunca se me informó que existen vacunas (pagadas) que son alternativas a las ministeriales y que son más ‘light’ en cuanto a sus componentes. En ese sentido, Julieta remarca que “mi hijo tiene TEA (trastornos del espectro autista) y con los cambios en su dieta y evitando todo lo tóxico que contienen los medicamentos y vacunas se ha podido desarrollar satisfactoriamente”.
¿Qué opinas sobre la afirmación respecto de que por culpa de quienes no se vacunan surgen brotes de enfermedades ya erradicadas?
“Si existiese un brote de poliomielitis o tuberculosis, por ejemplo, sería la primera en ir a vacunar a mi hijo”, señala Julieta. Sin embargo, “encuentro más inconsciente cultivar malos hábitos alimenticios en nuestros hijos, que no vacunarlos contra la influenza o algo similar”.
En ese sentido, el médico antropósofo, Fernán Díaz considera que es una “irresponsabilidad decir que las enfermedades erradicadas pueden volver por causa de la población que no se vacuna, ya que no es algo que esté comprobado” y acota que le resulta “curioso que exista más tolerancia con padres que por creencia religiosa no aceptan que a su hijo se les haga transfusiones de sangre, pero a una persona que tiene una sospecha fundada de que vacunar a su hijo puede ser peligroso, se le persigue y se le obliga a hacerlo igual”.
Por su parte, el pediatra Orlando Guzmán quiso precisar a Chicureo Hoy que “es cierto que las vacunas que se pagan en forma particular son químicamente más libres de mercurio, pero insisto, las vacunas que han llegado a Chile en los últimos cinco años, las dadas por el Ministerio de Salud, no tienen una cantidad de mercurio que debiera preocuparle a alguien”. CH H